jueves, 5 de noviembre de 2009

Algunos trabajos hechos hace tiempo














En el 2003 empecé comercialmente con la cerámica. Desarrollé una línea de músicos y bailarines, y algunas fachadas de almacenes y casas de la década del 30 (en la que se desarrolló el tango, que llegaría al auge en las décadas siguiente).
Me presenté en San Telmo y Caminito (La Boca). Fue una buena experiencia; ahí tuve mi primer contacto con el cliente. Algunas personas me daban su opinión aclarando que no iban a comprar, pensando que me pudiera molestar esto; era todo lo contrario, siempre fue muy importante para mí las opiniones objetivas, es muy lindo ver la reacción en una persona desconocida de algo que salió de mi cabeza.
La primera foto es el Trompezón, un bar muy antiguo de la zona de San Telmo en los primeros años del siglo. Un día se acercó a mi puesto en San Telmo, una señora mayor que estaba emocionada porque cuando vio esa pieza se acordó que de chica, ella había entrado en el Trompezón con su papá. Obviamente me lo compró. Eso para mí fue impagable; estoy convencida que no hay pago mejor para un artesano o artista que la emoción que nace en otros a partir de la pieza que uno hace en soledad, estando en contacto con una parte muy profunda de uno mismo. Yo miro cualquiera de mis piezas y me acuerdo lo que me pasaba por la cabeza en el momento de hacerla; no se porqué pero es así.
Un día, uno de mis tíos estaba muy preocupado porque se le había roto una de mis piezas; traté de tranquilizarlo haciéndole saber que yo tenía guardado el placer de haberla hecho. Es cierto que da pena que algo se rompa, pero las piezas se disfrutan desde la pella de barro o el pedazo de vidrio informe o al abrir el pomo de pintura.

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